IÑAKI ABAD OLEA

Cuando llegó la sentencia del Tribunal Supremo rebajándole la condena a 3 años y 6 meses, Iñaki llevaba cerca de un año y 8 meses en prisión. Lo clasificaron en un tercer grado penitenciario, que significa que tiene que estar en prisión 8 horas al día y los fines de semana puede pasarlos enteros en su casa. De Altsasu a Zaballa hay media hora de trayecto en coche, pero explica que entraban en la cárcel a las 12 de la noche y se despertaban a las 7 de la mañana, por lo que dormían muy poco y se les hacía duro no poder descansar bien. Tanto Aratz como él solicitaron el control telemático (pulsera) y se lo denegaron. Con el Covid-19 les pusieron pulsera a todos que con anterioridad les habían denegado y podían estar en casa. Solo tenían que acudir una vez al mes a prisión, hablar con el trabajador social, también debían enviar sus nóminas de trabajo mensualmente y pasar 8 horas continuadas en casa. Iñaki recuerda que se ponía un cartel en la puerta de casa que ponía “no salir” para cumplir con la norma o que, cuando quedaba para ir al monte, esperaba en la puerta a que llegara su hora de salida.